Rara pero cool

De repente me acuerdo de algo que tenía muy olvidado y lo quiero compartir.

Hace muuuucho mucho tiempo, yo estaba terminando la primaria en un colegio, digamos, MUY cheto, donde yo, una chica de clase media, con una familia socialista, un gusto desmedido por leer, que a los 11 años todavía no se había enterado de lo que era tranzar, cojer, petear y culear, a falta de hermanos mayores, fui siempre, digamos, la rara. Con todo lo que eso conlleva.
Paralelamente, en esa época me estaba mudando a una casa nueva, y el novio de mi mamá dijo que sería divertido estrenarla festejando mi cumpleaños, que ya estaba próximo, con un malón. Por alguna razon inexplicable, dada mi timidez, acepté. Por si me olvidé de ponerlo en el perfil, y para aquellos que no lo sepan, cumplo años en verano; esto quiere decir que ese año todavía no había empezado un nuevo ciclo lectivo con los que serían mis nuevos compañeros, asi que a los únicos que podía invitar era a mis viejos compañeros, los de la primaria cheta donde yo era la rara. Igual acpetaron casi todos, porque como buenos chetos que eran, no se pueden perder un evento social por mas pedorro que fuera.
Y llegó el día. Voy a omitir detalles de la fiesta porque nada más me interesa un recuerdo en particular: Estabamos todos en el patio pero algunos de mis compañeros se habían metido en la casa y hurgaban en mi habitación, viendo fotos que tenía colgadas en un corcho y cosas asi. Al rato vienen dos de ellos con un cd en las manos, los ojos abiertos y la cara sorprendida. Debra, vos tenés un hermano, no?, no, les contesto. Sus caras estupefactas. Em.. entonces, quién juega en esta casa al Age Of Empires?. YO, dije muy orgullosa.
Esos dos chicos, encerrados en la burbuja que sostenía sus valores, criados en ambientes super tradicionalistas, donde los chicos son chicos y juegan juegos de estrategias de guerra, y las chicas son chicas y hablan de maquillaje y leen revistas de actores adolescentes, por alguna razón descubrieron que su ahora ex compañera de escuela cheta, su ex compañera rara, se había saltado un par de reglas de su mundito.
En los ojos de esos dos nabos que me subestimaban, había respeto.