28.4.09

4 u

Te odio, pienso a veces. A veces te odio, pienso.
Después pasa el tiempo. Pasa y pesa. Y vos no estás aca, y yo me acuerdo de muchas boludeces que no deberían ni importar en una relación tan antigua como la nuestra. Entonces vos pensas que yo ni te extraño, que no te pienso, que no te necesito, pero mientras tanto acá las cosas siguen igual, los hechos se siguen sucediendo sin que nadie los pare, y sin volver a repetirse. Y yo que me acostumbré a vos, que me aferré casi obsesivamente, no puedo entender cómo se hace para no compartir todas y cada una de las estupideses que acontecen. Un blogger a quien le habíamos firmado en conjunto de repente contesta, y recibir la noticia sola no tiene sentido. Soñar delirios y tener que decirlos por mensaje de texto no tiene sentido. Ahora soy la única de la ciudad que recibe a sus amigos en pijama, la única que miró Matchpoint y sufrió una decepción, la única que entiende lo que dicen las Calefons. Soy de nuevo hija única y no sé manejarlo. No sé cómo se hace para no esconderse abajo del cubrecamas azul que convierte a las personas en familia. No sé qué pasaría si Lucas se muriera de nuevo y yo no pudiera ir a tu casa a hacerle un dibujo en paint con un arcoiris y reirnos y llorar. No sé por qué tu ropa no está en mi placard y mi ropa en el tuyo. No sé cómo no estamos todavía abajo de la lluvia a las 3 de la tarde, esperando al hijo de puta que nunca llegó. No sé y no sé. Es normal que sea egoísta, no me importa lo que digan, porque además de mi maldad por victimizar y extrañarte y querer que vuelvas no quita el hecho de que deseo muy profundamente que seas feliz, inmensamente feliz, al extremo de feliz. Tengo muy claro que no me importa todo lo que dije antes con tal de que encuentres lo que buscás, incluso si para eso tenes que ir a buscarlo al fin del mundo y no me dejes acompañarte, porque acá voy a estar yo cuando vuelvas, y vos me vas a mandar un mensaje que diga: "estoy por el nacional", y yo voy a saber que es hora de preparar el café, porque en 5 minutos llegás y seguro me trajiste un regalo del viaje, porque sino no te abro la puerta. Aunque seas mi hermana y mi otra mitad de vida, no te perdonaría que no me traigas un regalo.

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